Manipulación por el documental del momento en Netflix

Por: José Pablo Rivera :: Director Creativo FORWARD

En estos días, irónicamente en las redes sociales, muchos de mis contactos se enorgullecían de recomendar el último e inquietante documental de Netflix: El Dilema de las Redes Sociales (The Social Dilemma), un documental sobre “el poder oculto que nos maneja como marionetas a todos los usuarios de los canales digitales de la actualidad: Google, Facebook, YouTube, etc.”

“Esto hay que verlo” - me dije. Aunque ya hemos escuchado variadas teorías de conspiración sobre los fines macabros de sus CEOs, aunque ya hemos escuchado lo intrusivos y persuasivos que pueden ser estos medios, pensé “bueno, vamos a escuchar una visión más fresca sobre el tema”, de cara al incremento del uso de la Inteligencia Artificial y con la mejora constante de los algoritmos de estas plataformas/herramientas de venta.

El documental plantea la forma en la cual las nuevas redes sociales son optimizadas constantemente y usan trucos psicológicos para mantenernos enganchados y seguir consumiendo su contenido. Pone al descubierto como incluso llegan a generar adicción entre sus usuarios y como les vuelve desesperadamente dependientes de sus dispositivos y atormentados por los comentarios que reciben en sus redes sociales. Empleando el recurso audiovisual de una familia ficticia, plantean estos escenarios, de una forma exagerada y poco creíble, al menos para mí.

Luego hay otro recurso que emplean para dar a entender como la “inteligencia” detrás de estas redes “ve” a sus usuarios: Pete Campbell de Mad Men (Vincent Kartheiser) interpreta tres elementos diferentes de una Inteligencia Artificial, controlando y dirigiendo metódicamente la atención y los procesos de pensamiento de un usuario “promedio”. Este usuario se mueve inerte, como un monigote digital, sin cuestionamiento, frente a los estímulos que esta AI pone frente a sus pasivos ojos. 

Y para finalizar, uno de estos personajes ficticios, empieza a consumir en la red información “alternativa” la cual hace que desee participar en una movilización civil, en una protesta que parece ser algo en contra del gobierno (gringo, por supuesto, a lo George Floyd). Es en este escenario (viene spoiler!!) donde este personaje es arrestado violentamente por la policía, por ser parte de este movimiento ilegal. “¡Eso te pasa por hacerle caso a lo que ves en las redes!” (O al menos es el mensaje que quieren clavarte en el cerebro).

A continuación, mis apreciaciones de lo que leí entre líneas, mirando este docu. Conste: son mis opiniones personales, desde las dos caras de la moneda: como CONSUMIDOR de estas redes y como USUARIO de estas plataformas.

Hay que tener claro que son un negocio. Acá nadie está por caridad. Sus dueños optimizan su producto, para que atrapen a más consumidores. Así como los cines proyectan las películas más llamativas, que ves en las sillas más cómodas y con las palomitas más adictivas. Y como las revistas de chismes ponían el titular más escandaloso en su portada.

Y una vez que una de estas empresas tiene optimizada su plataforma, la pone a disposición de los USUARIOS, o sea todos nosotros, quienes estamos del lado del vendedor, del marketing, del empresario. ¿No se dieron cuenta? ¡Nosotros somos los “chicos malos” de historia! ¡Los que usamos el data para ametrallar de publicidad al consumidor! ¿Pero… lo somos el realidad?

Cito una muy buena frase del documental: “Cuando una empresa no vende nada, nos está vendiendo a nosotros.” Esa es una gran verdad y es una frase que obtiene el mérito. Por supuesto, a nosotros como anunciantes, Facebook nos está ofreciendo a sus miembros categorizados como Buyer Personas, alineados con ese perfil que viene en el brief de la agencia de marketing. Pero esto no es nada nuevo: lo ha hecho la radio, la prensa, la televisión, el cine, la publicidad exterior… y desde hace décadas. Quizás no con la precisión de francotirador que tienen los medios digitales en la actualidad, pero esto no es algo nuevo bajo el sol.

Ese triple “personaje manipulador siniestro” que sale en el documental, somos todos aquellos que usamos esta plataforma como USUARIOS. Planificando estratégicamente nuestros movimientos, y cuidándole el presupuesto a nuestros clientes, para que consigan los mejores resultados de conversión de la forma más rentable. Para que ese consumidor pase por el “embudo de conversión” hasta realizar la compra. Quien está “al otro lado de la pantalla” no es un “ente dark de la deep web”. No que va. Somos nosotros  haciendo uso de una herramienta refinada. 

El Dilema de las Redes Sociales también plantea el poderío que tiene la amplificación de una opinión o de una postura ideológica en medios sociales y se comenta sobre la incidencia que esto tiene en el destino político de una nación. Pero claro… cuando se trata de tocar este tema dentro de la mediática escena política de Estados Unidos, se hace de una forma sospechosamente “light”.  

Para cerrar: el documental El Dilema de las Redes Sociales de Netflix me deja un sabor agridulce. 

Por un lado presenta el impacto psicológico que sufre una niña con problemas de autoestima cuando le escriben en su post que tiene las orejas grandes. Eso no lo arregla ningún “maquillaje digital” de esos que se pusieron de moda. Y retrata parte de una realidad social que vivimos hoy: parece que hay una epidemia de depresión, stress, una necesidad constante de aprobación social y baja autoestima. Esto combinado con las redes sociales son el coctel perfecto para el caos.

También toca lo poderosas que pueden ser estas redes para influir en la forma de pensar de una nación. Todos conocemos también el desmadre que se armó con Cambridge Analytica. 

Pero por otro lado, este filme no puede ocultar una línea turbia entre la realidad y la ficción, y que ocasiona que el espectador empiece a hacer suposiciones sobre la imparcialidad y la fiabilidad en la realización de los documentales que nos presentan “las verdades”. ¿Quiénes son “los malos”, quiénes son los “manipulados”?

A fin de cuentas, Netflix también maneja sus algoritmos y nos tiene bien medidos ¿O no es así?…

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