Tipo de cambio: ¿Cómo se debe enfrentar este reto?


El tipo de cambio y la inflación en niveles alarmantes… y sus ventas se realizan a crédito y en colones. ¿Qué pasa con la situación financiera de su empresa? ¿Cómo se debe enfrentar este reto?


Por: Roberto Pérez Hernández ::Consultor ::


El 27 de octubre del 2018 el tipo de cambio del dólar con respecto al colón superó por primera vez en su historia el nivel de los ₡600 por cada US$.


En aquel entonces el mundo no había sido golpeado por la crisis de la pandemia, ni por los shocks de las cadenas de abastecimiento, ni por el conflicto generado por la invasión de Rusia a Ucrania. Eso más bien correspondía con el reciente arribo del nuevo presidente del Banco Central de Costa Rica y la política de flotación del tipo de cambio. 


Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Central de Costa Rica.


El tipo de cambio de venta del dólar se mantuvo por encima de los ₡600 por dólar por 5 meses hasta el mes de abril 2019. Sea que existieran las condiciones económicas, reservas monetarias o la intención de mantener el tipo de cambio lejos del hasta ese momento récord histórico del tipo de cambio, pero el comportamiento de este macro precio se mantuvo por debajo de esa marca por más de un año hasta setiembre 2020.


Como consecuencia de ese comportamiento, el año 2019 fue un año particularmente bondadoso con todos aquellos que demandaban dólares no siendo generadores de ingresos en esta moneda como es el caso de las empresas que, como importadores, vendían sus productos en el mercado local en colones y los tenían que comprar en dólares. El tipo de cambio en el año 2019 mostró una apreciación de un 5,76% entre el 1 de enero y el 31 de diciembre.


Esa situación con el tipo de cambio tenía un efecto favorable también sobre los importadores que, vendían en dólares a clientes que, aunque no fueran generadores de divisas, tenían un mercado con un precio del dólar a la baja, lo que mantenía buenos niveles de demanda. Por otra parte, tenía un efecto desfavorable sobre las empresas exportadoras y de turismo que recibían los dólares y los convertían en colones a precios más bajos de lo esperado. Lo anterior si bien presentaba retos a aquellos empresarios que recibían su pago en dólares, se veía en cierta forma amortiguado por el hecho de contar con índices de inflación notablemente bajos, aunque se pueda discutir siempre que este es un país con costos altos.


Sin embargo, ese comportamiento que tuvo el tipo de cambio en el 2019 no tuvo comparación con los anteriores 4 años, en donde sólo el 2015 tuvo un nivel inalterado con una leve apreciación del 0.12%. En la tabla se muestra que ya el 2018 había reflejado un comportamiento inusualmente alto con lo que rompía con años de moderados incrementos anuales con pocos choques al alza.


Fuente: Elaboración propia con datos del Banco Central de Costa Rica.


¿Qué fue lo que hizo que después de un año con notable alteración como 2018, el 2019 tuviera una notable apreciación del tipo de cambio? Ese no es tema de esta nota, sin embargo, sí es tema que nos ocupe, que el comportamiento del 2018, 2020, 2021 y 2022 hasta el 27 de junio, mostrara un resultado más semejante entre sí, más concordante y por ende con una muestra de que ese puede seguir siendo la realidad que enfrentan las empresas que demandan dólares y venden en colones. Hay que indicar que no sólo esa situación de depreciación del tipo de cambio de más de 4% anual, es la que enfrentarán las empresas, sino también las familias consumidoras que han visto reducido su ingreso disponible por la abrupta subida del dólar.


Entonces ¿Qué pueden hacer las empresas en una economía en donde el tipo de cambio sigue aumentando, contribuye a elevar la inflación y esto hace que el consumo se vea perjudicado al haber menos ingreso disponible? Si a eso se le suma que muchas ventas de las empresas son a crédito en un plazo de recuperación donde la mayor parte es entre 30 y 60 días y, por lo general tienen que pagar a sus proveedores en dólares a 30 días o menos. 


Para complicar aún más la situación, si se considera que el ciclo del efectivo es mucho mayor que el ciclo de operación, es decir que el dinero hay que entregarlo por adelantado al proveedor para que despache las materias primas o mercancías, ese tiempo se suma al de transporte, fabricación, almacenamiento (rotación del inventario), y recuperación de las cuentas por cobrar, entonces eso tiene un alto impacto en la capacidad de reposición del producto por parte de la empresa, generando presiones muy fuertes sobre el flujo de caja de las empresas.


¿Qué es entonces lo recomendable por hacer?


Como en casi todo y casi siempre, no hay una sola respuesta. Eso depende de las condiciones particulares de cada empresa, pero en general se podría recomendar que se ponga menos atención en la hoja de resultados y se le traslade mayor atención al estado de su balance.


Por lo general, siempre las empresas tienen como objetivo aumentar las ventas y la rentabilidad neta. En este caso, se podría decir que no cualquier ingreso adicional que se genere debe ser indiscriminadamente deseado: Se debe de analizar el ingreso marginal, que el ingreso adicional percibido sea superior al costo de generarlo incluyendo los costos relacionados con la reposición del producto.


Pero aún más relevante que eso, debe ser poner atención al balance de la empresa, en particular su estructura en relación con la composición de los activos y pasivos de corto y largo plazo. Empresas con balances débiles o muy comprometidos, tendrán menos oportunidad de hacerle frente con éxito a choques de oferta como los que se están observando, o a choques monetarios como los asociados con el tipo de cambio y la inflación.


Es momento de considerar fortalecer la posición de liquidez de las empresas, teniendo más recursos propios en estado de cuasi-liquidez, sea en caja o en inversiones relativamente líquidas que compensen algún posible déficit en el flujo de caja de la organización por temas de volatilidad de los precios incluido el tipo de cambio.


Poner atención a la relación entre activos de largo plazo y pasivos de corto plazo, cómo están establecidos estos calces de plazos en los balances y la forma en que se debe de trabajar para hacer los ajustes que permitan bajar el nivel de exigibilidad de las obligaciones en relación con los recursos propios es una tarea tan urgente como importante, totalmente impostergable. De todas maneras, los tiempos actuales han demostrado que estas variabilidades producto de situaciones difíciles de prever llegaron para establecerse en nuestro mundo día a día. 


Roberto Pérez Hernández es Licenciado en Economía, Universidad de Costa Rica. Magister en Administración de Negocios, Universidad de Costa Rica. Especialización en Banca y Finanzas con Graduación de Honor.

Incorporado al Colegio de Profesionales en Ciencias Económicas de Costa Rica.


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